Un día de octubre de 1926 unos estudiantes universitarios se dirigieron a Houdini mientras descansaba tras haber terminado uno de sus espectáculos. Uno de ellos le retó a recibir unos cuantos golpes en el abdomen, para comprobar si su resistencia física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó sin miedo. Sin embargo, antes de que pudiera prepararse adecuadamente, recibió un primer fuerte puñetazo de un pelirrojo llamado William Lances el cual era la estrella de boxeo de la universidad y del que apenas se tienen datos, al que siguieron varios más. Aunque aguantó el envite como un buen actor, había sufrido sin saberlo una rotura de apéndice.
Por su carácter Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes a pesar de padecer fuertes dolores y fiebre. Finalmente sufrió dos desmayos en una actuación y fue hospitalizado. Tras varios días luchando contra la enfermedad, pareció rendirse ante lo inevitable. Le dijo a su hermano Hardeen:
"Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer."
En la madrugada del 31 de octubre de 1926, el día de Halloween, Houdini fallecía a sus 52 años. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban una peritonitis como causa de la muerte. Su apéndice tal vez llevaba días inflamado antes del incidente con los estudiantes.
El entierro se celebró a los pocos días. Una multitud de dos mil personas acudió al evento, algo tan multitudinario como algunos de sus números callejeros. Pero una cuestión flotabla en el ambiente: ¿Podría el mago escapar de su propia muerte? ¿No sería este otro de sus espectaculares trucos?
Tras muchos años luchando contra lo paranormal, el mago había diseñado un reto definitivo aprovechando su propia muerte. Ideó un código secreto que compartió con su mujer, consistente en diez palabras secretas (curiosamente, extraídas de una carta de Conan Doyle). Si alguna vez contactaba a través de algún médium «desde el más allá» usaría esas palabras, de modo que Bess pudiera tener la certeza de que el contacto era genuino.
Diversos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con el espíritu de Houdini, especialmente uno llamado Arthur Ford, aunque su mujer nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.
Al cabo de diez años, su mujer celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de Houdini. «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», dijo. Desde entonces, es tradición entre los magos celebrar sesiones en las que se invoca al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.
El ilusionista y escapista más famoso de todos los tiempos, el genio que redefinió la magia y el espectáculo de los retos y proezas, consiguió sin duda algo en lo que había sido un experto toda su vida: que sus hazañas fueran narradas y su nombre perdurada con el paso del tiempo. Buena prueba de ello es que más de 80 años después de su muerte aún se siguen escribiendo historias sobre él.
Bola extra:
mira de nuevo arriba. ¿qué ves ahora? somos todas nosotras. fluorescentes y estrelladas. algunas sorprendidas por el giro de los acontenticimientos. pero todas, golosas y un poco asustadas.
gritar tu nombre
drogas, chocolate, cerezas,
y maria callas
quien quiera que seas.
La ciudad sabe a miedo pero la adrenalina nos acerca.
¿me ensañaras algo que no hayas enseñado a nadie?
espera, dame uno más de esos mordiscos antes de irte.
sabes que soy tan sólo el eslabon más débil
no te puedo mirar a los ojos porque sé que puedes ver en ellos barbitúricos, cantáridas, absenta y queroseno. No te quiero decepcionar.
tu cuello sabe a cerezas y mis manos a sudor, victoria y pesar.
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