sábado, 13 de septiembre de 2008

No vuelvas a llamar


La imagen del columpio recoge tanto por su relación con el entrono de infancia como por el tipo de movimiento que en él se realiza, el concepto del juego tal y como lo definía Gadamer, como movimiento de vaivén, sin mayor objetivo que de su propia perpetuación en su ir y venir, sin tener una meta definida en ninguno de sus extremos.

Como la vida.

Bola extra:

Anoche se hizo oscuro muy pronto. No esperaba que la vida le tuviera tanta manía a los torpes. Tengo el tintero lleno de tu saliva y no se marcan las palabras.

Volvería a caer.


Si tu no hubieras...
Si no tuviera aquí tu huella... no podría decir que en mi cama hay un trasto que duerme amortiguado entre la almohada y mi brazo. Que da mil volteretas antes de caer rendido entre mis piernas. Que respira muy fuerte cuando quiere que le haga caso. Y se lo hago.

Si yo no hubiera...
Si no tuviera tu huella... no podría decir que en mis mejillas hoy hay un charco de todo lo que me sale de quererte tanto. Que doy mil volteretas, me acurruco y tu me aprietas. Me agarras a ti tan fuerte que me notas los latidos y me hablas bajito para que me duerma.

2 comentarios:

Mr Blueberry dijo...

ojala la vida no tuviera esas metas absurdas que nos marcamos y que son nuestros indicadores de la felicidad...Me gustó el post y la bola extra

Abrazotes

Stalker dijo...

¡Grande Mirna! ¡Aunque escribo poco te leo puntualmente, abrazos!