"Si a alguien es lícito faltar a la verdad será únicamente a los que gobiernan la ciudad, autorizados para hacerlo con respecto a sus enemigos y conciudadanos. Nadie más podrá hacerlo." [Platón]
Igual que un soberano controla al pueblo al que gobierna, ella sólo conocía la libertad que al necio es otorgada: actuaba dentro del margen que las leyes que ella (ese tercero que es a veces recuerdo pero también presente, cicatriz pero también herida, sueño pero también ensueño) le imponía.
Después del gran naufragio, usurpé la corona. Le arranqué la terrible promesa de no mentir jamás, pero ser libre no es un don, es una reconquista.
Hay seres que nunca comprenden este principio. Me produce ternura descubrir sus engaños y comprobar la paz que de ellos resulta; admiro las mentiras bien trabadas, la coherencia del engarce, el arte dirigido hacia un fin; me conmueve la soledad de aquella que las inventa y consiente al imperio de su única lógica.
El que miente edifica el mundo que conviene para salvaguardarse de otros, la legítima ficción que necesitan para evitar la angustia de sentirse tan solos sin leyes, sin verdades, sin ese amor que creen recibir a cambio de su alma. Al fin y al cabo, ¿quién teme a Virginia Woolf?.
2 comentarios:
Un poema de Maillard... curioso, porque acabo de subir otro (en audio)
Abrazos
Mmmm.. interesanate1
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